Cuando se vive en pareja, cuando pasamos mucho tiempo con la misma persona, aunque la amemos con toda nuestra alma, suele haber roces y discusiones de vez en cuando. Es algo lógico y normal que también nos ocurría con nuestros familiares al vivir en casa de nuestros padres. La limpieza, el qué ver en televisión, el plan de comidas… Al final cualquier cosa puede dar pie a una discusión y es entonces cuando el verdadero amor y el cariño se ponen a prueba, para ver si esa pareja está preparada para llegar más allá y soportar esa convivencia que, evidentemente, será la base de su vida conyugal.
Hay parejas que suelen discutir a menudo y otras que directamente se pasan todo el rato discutiendo, y cuando no lo están simplemente “reconciliándose” en el dormitorio. Como decimos, discutir es algo natural porque al final no podemos estar de acuerdo al cien por cien con la otra persona, pero hemos de saber encauzar esas discusiones como algo normal, no llevarlas al terreno personal ni callarnos muchas veces lo que queremos decir, porque al final eso puede generar una situación mucho más grave, cuando acabemos explotando. Aquí damos unas claves sobre qué hacer en los casos de discusiones de pareja constantes.
Qué hacer cuando una misma discusión se repite una y otra vez
A todos nos ha pasado. Es como vivir uno de esos deja vus que tanto nos molestan. Estamos en medio de una discusión con nuestra pareja, tal vez hemos empezado los dos a subir el tono por el enfado y de pronto nos damos cuenta de que esta misma discusión ya la hemos tenido antes, y que tampoco aquella vez pudimos llegar a un acuerdo, sino simplemente a los gritos. ¿Por qué se repiten las discusiones? Pues precisamente por no saber aprovecharlas como una oportunidad para mejorar la relación. Por enconarnos en nuestro propio orgullo y querer ganarlas siempre, al final las discusiones se repiten una y otra vez y pueden llegar a eternizarse, si no sabemos controlarlas. Lo mejor es sentarnos con tranquilidad y hablar bien las cosas.
Utilizar una palabra clave para dejar de discutir
Si tenemos discusiones constantes y queremos frenar todo ese problema, una de las alternativas es tan sencilla como efectiva: definir una palabra clave para parar la discusión en el momento en el que la utilicemos. La tendremos por si las cosas se ponen más feas que de costumbre, por si empezamos a gritar demasiado o a enfadarnos más de lo habitual. Esa palabra supondrá una tregua entre los dos y nos permitirá parar por un rato con la discusión, tal vez para verlo todo desde una perspectiva más amplia y entender que igual estamos haciendo algo mal cuando estamos todo el tiempo gritándonos.
¿Son las terapias de pareja el último recurso?
Si la cosa no funciona y las discusiones continúan siendo constantes en el hogar, llegando a complicar nuestra relación e incluso afectar a nuestros hijos si los tenemos, una buena solución puede ser buscar la ayuda de un profesional a través de las terapias de pareja. Hay quien las tiene como último recurso, pero en realidad pueden ser una buena fórmula para entender cuál es el problema que nos hace estar discutiendo constantemente en nuestro hogar.
A la hora de acudir a esta terapia no debemos verla tampoco como un clavo ardiendo para salvar nuestro matrimonio, sino una ayuda experta y externa para dejar de discutir tanto y llevar una relación más pacífica y sana en casa. Lo que nos ofrece la terapia es una visión diferente a la que tenemos, nos saca de nuestra propia zona de confort para que empaticemos con nuestra pareja y entendamos de una vez por todas por qué estamos siempre discutiendo. Una buena terapia de pareja siempre ayuda a generar una mejor relación.
Si todo esto no funciona, ¿debo dejarle?
Es una decisión complicada porque romper con la persona que queremos nunca es algo fácil, pero llega un momento en el que debemos mirar más allá de lo que sentimos y entender que tal vez la relación que estemos llevando no sea la mejor, y que haya pasado a ser una de esas relaciones tóxicas que siempre hemos querido evitar. Por tanto, lo mejor es darse cuenta de que estamos sumidos en una espiral de discusiones por puro hastío, porque la relación ya no da para más y casi preferimos discutir a no hablarnos.
Hemos de intentar por todos los medios salvar la situación, por supuesto, pero llegados a cierto punto, cuando ya no nos valga la pena seguir peleando porque la relación se ha convertido en algo que no nos gusta, tampoco debemos mantenernos ahí dentro por los siglos de los siglos, máxime cuando puede afectarnos de una manera terrible el seguir tratando de recuperar una buena relación que parece que ya se ha perdido para siempre.