Es evidente que cada generación tiene sus propios códigos y sus propias reglas, en cuanto a las fases del cortejo. Si comparamos la forma de ligar de ahora con la que podrían tener nuestros abuelos vemos obvias diferencias, sobre todo porque los avances sociales que hemos vividos en los últimos años hacen que todo se organice y funcione de otra forma y con otros códigos. Por supuesto que la tecnología también tiene una gran parte de importancia en esto, pero de eso hablaremos más adelante.
Hace algunas décadas existían unas reglas muy estables basadas en la costumbre. Seguro que a algunos todavía les suena eso de pedir a alguien salir a bailar durante una fiesta, y prometerle hasta casi matrimonio para poder avanzar un poco. Pero la cosa no quedaba ahí, en muchas ocasiones era necesaria la aprobación del padre antes de empezar a salir oficialmente. Por supuesto que también había sexo prematrimonial y embarazos no deseados, pero estaba muy mal visto y podía suponer el ser rechazado socialmente.
Sin embargo, con el paso de los años muchas de esas barreras fueron cayendo, y la Iglesia y la familia fue perdiendo todo el peso que solía tener en la conciencia de las personas a la hora de elegir una pareja u otra. De esta forma, nuestros padres lo tuvieron algo más fácil que nuestros abuelos, ya que sin tantas trabas morales ni formales era más sencillo acercarse a alguien en un bar o en clase. Porque sí, hasta ese momento los colegios estaban segregados por sexo.
Y llegamos a la época actual, donde la tecnología han dado un vuelco brutal a cualquier interacción social. Las formas de comunicación actuales permiten un sin fin de posibilidades de conocer a nuevas personas, y por supuesto de seducir a los chicos o chicas que considerábamos interesantes.
Internet lo cambió todo
Ya antes de la llegada de las redes sociales, con las llegadas de los primeros chats como el Internet Relay Chat (IRC) comenzó a cambiar el panorama. Ahora era tan fácil como hacer doble click sobre un apodo (o nick, como solía llamarse coloquialmente) y escribir unas palabras para comenzar una interacción fluida con alguien que se encontraba al otro lado de la pantalla. Se acabó la primera gran barrera a la hora de hablar con alguien, esa timidez de entablar la primera conversación en persona. Ahora todo dependía de nuestra capacidad escrita para crear interés en alguien y poder organizar un encuentro.
Y luego llegaron las redes sociales, y sobre todo, la gran revolución en cuanto a las capacidades de ligue modernas: las aplicaciones para conocer gente. Abrimos Tinder, Badoo o Adoptauntío y vemos pasar antes nuestros ojos a multitud de chicos o chicas y basta con marcar que quien nos gusta, y esperar a que sea correspondido para poder empezar a hablar.
Si lo vemos con perspectiva, la simplificación del proceso es verdaderamente notable. Hemos pasado de tener que hablar con la persona que nos gustase para luego pedir permiso al padre de la chica, en el caso de los hombres, para empezar a salir con ella de forma oficial, a simplemente darle a un botón y esperar a que el otro chico o chica haga lo mismo.
Sin embargo, y a pesar de todo, hay algo que todavía perdura, y que nos hace pensar que en el fondo seguimos teniendo que enfrentarnos a grandes dificultades. Y es que estas aplicaciones solo nos facilitan el tener acceso a mucha más gente a la que conocer, sin embargo en algún momento hay que encontrarse en persona, y ahí quizá tengamos que enfrentarnos a que la persona no es como esperábamos, o quizá no nos guste tanto como pensábamos. Además, aunque esto no fuera así y nos encontráramos con el ser humano más apuesto de la historia, igualmente tenemos que ser capaces de llevar la interacción a buen puerto.
Sin duda que los millenial lo tienen mucho más fácil para poder ligar, por una mera cuestión estadística. Porque lo que permite la tecnología, además de superar la primera barrera de timidez, es ponerte todo un océano de personas delante con las que poder hablar. Sin embargo, el precio de esto quizá sea una mayor dificultar para relacionarnos socialmente. En cualquier caso, mucha gente todavía opta por el método tradicional de abordar a alguien en una discoteca. Esto ya es cuestión de gustos y estilos. Y tú, ¿cómo sueles hacerlo?