Durante mucho tiempo, el sexo ha sido un tema tabú en el que la mayoría no han querido meterse a indagar, bien sea porque era algo privado, o sencillamente, porque por tradición parece desagradable hablar de algo tan íntimo con otras personas. Esto no sería un problema si no fuese porque esa mirada “sucia” se ha extendido a todo lo que supone el placer sexual. A través de diversos métodos, muchas culturas han convertido el sexo en algo pecaminoso, sucio, algo que solo deberíamos tener en cuenta para reproducirnos y siempre con nuestra pareja. Evidentemente, eso deja fuera muchas otras opciones, incluidas la de la propia autosatisfacción, ya que se considerarían pecado. La lujuria nos hace tener pensamientos impuros… pero en realidad, ¿son tan malos esos pensamientos? ¿O son algo tremendamente natural al ser animales, en el fondo, y seguir nuestro proceso biológico?
Los seres humanos tenemos la capacidad de razonar y eso nos ha permitido estar como estamos actualmente, y ser la especie dominante en el planeta. Sin embargo, antes de nada seguimos siendo animales, y como tales conservamos muchos instintos que vienen grabados en lo más profundo de nuestra mente. Instinto de supervivencia, para no bloquearnos en situaciones de peligro, instinto para proteger a nuestros seres queridos, y por supuesto, también instintos sexuales. Podremos reprimirlos, por supuesto, porque no se trata de estar todo el día pensando en sexo, pero tampoco es natural hacer como que no tenemos esos deseos. Incluso estando en pareja, es normal fijarnos en otras personas, desearlas, aun siendo este el primer paso para una posible infidelidad. Hay quien soporta mucho mejor esas tentaciones, y también quien cae en ellas sin poder hacer demasiado para remediarlo. Y no se trata de querer más o menos a tu pareja, sino simplemente de poder frenar un deseo que te está matando por dentro. Buscarnos una amante puede generar un problema muy grave en la pareja pero, ¿y si solo quedamos con una escort?
Los límites de la fidelidad
Cuando hablamos de parejas tradicionales nos referimos a aquellas que se marcan por los puntos más habituales dentro del amor romántico de los últimos siglos. Estar juntos es estar enamorados el uno del otro, confiar en nuestra pareja, querer vivirlo todo juntos y apoyarnos en cualquier cosa que ocurra, para bien y para mal. La fidelidad es un punto importante dentro de una pareja, ya que para muchos supone la prueba de fuego en la confianza entre esas dos personas. Si de verdad se aman, serán fieles. Sin embargo, este concepto va en contra del propio deseo biológico de ambos sexos para poder estar con más personas. Y no se trata de amar a muchas, sino de desear, de querer disfrutar sexualmente de alguien que nos es nuestra pareja. ¿Dónde están entonces los límites de la fidelidad? ¿Qué se considera engañar a nuestra pareja?
Las diferencia entre contratar a una escort y tener una amante
Muchos hombres defienden que, en ocasiones, salen a buscar un poco de sexo fuera de casa para aliviar tensiones, para probar cosas nuevas o simplemente, para realizar todo aquello que no pueden hacer con sus parejas. Es una decisión que casi siempre ocultan a la otra persona, por supuesto, ya que de saberlo entraría en juego el propio concepto de la fidelidad. Muchos de estos hombres afirman, sin ningún tipo de duda, amar con todo su corazón a su pareja. Es la persona a la que han elegido para disfrutar de una vida juntos, aquella con la que quieren formar una familia. Pero eso no quita que también tengan deseos y necesidades sexuales que tal vez solo una profesional pueda saciar. Y de hecho, quedar con una escort puede ser mucho menos grave que tener una amante, y aquí te explicamos por qué.
Seguro que has notado que desde el principio del artículo hemos querido hacer una distinción muy clara entre el amor (el cariño, lo que uno siente por su pareja) y el sexo. Y es que son dos cosas muy diferentes. Uno puede tener sexo con otra persona sin amarla, y este suele ser el caso de esos hombres que andan con escorts incluso estando casados. De esa manera, buscan llenar sus necesidades fisiológicas y sexuales, más allá del amor que sienten por su pareja. Saben que puede ser un problema por esa monogamia casi impuesta que tienen las relaciones tradicionales, pero no entrometen los sentimientos de por medio. Estar con una amante, sin embargo, sí que es jugar a dos bandas. Buscamos algo más que sexo en esa otra pareja, e incluso puede que estemos pensando en cambiarla por nuestra pareja actual. Hay sentimientos, hay complicidad, hay un grado de afección mucho mayor que con las amantes.
¿Por qué muchos no lo consideran infidelidad?
Entramos a debatir lo que es ser fiel a la otra persona. Normalmente, las parejas suelen hablar de esto en algún momento al inicio de la relación, para dejar claro qué tipo de compromiso van a tener. Hay quien decide mantener una relación abierta, y permite que su pareja pueda estar sexualmente con otras personas. Hay quien consiente esto, siempre y cuando la pareja vuelva al hogar y nos mantenga como su primera elección amorosa. Por eso muchos hombres aseguran que solo quieren a una mujer, pero desean estar con muchas, y disfrutar del sexo con otras que no son sus esposas o parejas. ¿Se puede considerar esto infidelidad? Bueno, si sabemos que la otra persona no toleraría jamás un engaño físico, seguramente sí sería una infidelidad. Pero si regresamos con ella después de saciar nuestros deseos y le demostramos que la seguimos amando como siempre, incluso cumpliendo sexualmente en la cama, ¿sería realmente un engaño?
Algo más común de lo que puedes creer
Este tipo de situaciones, que pueden parecer en un primer momento de auténtica telenovela, se dan mucho más de lo que puedes imaginar. De hecho, la mayoría de hombres que contratan los servicios de escorts y prostitutas suelen ser casados, o al menos, tener pareja. Ellas reconocen que los atienden de manera especial porque vienen buscando algo distinto a lo que tienen casa. Disfrutar de esas posturas y esos servicios que sus parejas no les van a poder entregar, probar cosas distintas… Todo ello ciñéndose al aspecto meramente sexual. Ellas son profesionales y están acostumbradas a separar por completo el amor y los sentimientos del propio sexo. Los hombres hacen lo mismo, en muchas ocasiones, y simplemente ven a estas escorts como un alivio para sus problemas sexuales.